Medalla de Oro del Ateneo a la Excelentísima Diputación Provincial de Córdoba
Medalla de Oro del Ateneo a la Excelentísima Diputación Provincial de Córdoba. Por acuerdo de la Asamblea General Extraordinaria del Ateneo de Córdoba de 20 de junio de 2006, se ofreció la Medalla de Oro de la institución a la Corporación Provincial, que fue aceptada el 22 de septiembre de dicho año por acuerdo unánime del Pleno Corporativo formado por los grupos políticos PP-A, IU-CA, PSOE-A.
El día 23 de octubre de 2006 tiene lugar en Bodegas Campos el acto de entrega de la Medalla de Oro a la Excma. Diputación Provincial en la persona de su Presidente D. Francisco Pulido Muñoz.
Siendo el ateneista fundador D. Manuel Gahete Jurado el encargado de realizar el ofrecimiento.
«Señoras y señores: Un homenaje se justifica más por el cariño que por los méritos, aunque éstos hayan propiciado la amistad y los vínculos. Sin embargo, en este caso concreto, méritos y cariño se complementan y se entrelazan equilibradamente, en un perfecto Tándem de intenciones. A lo largo de su andadura, cercana desde sus orígenes a la histórica fecha de los veinticinco años, el Ateneo de Córdoba se ha visto confortado por la constante colaboración y apoyo de la Excma. Diputación Provincial. En ella se gestó el proyecto ateneista, y en ella se acogió a los fundadores, casa madre de gente sin casa, renovando su antigua misión de protectorado generoso en el que se atendían niños huérfanos e hijos desamparados.
A su patrocinio se deben las más importantes realizaciones del Ateneo cordobés, interesado por el desarrollo de la cultura en todas sus vertientes, disposición que igualmente ha mostrado la Diputación como institución colectora de iniciativas y motor de proyectos culturales, territorio expedito en el que se ha venido moviendo con energía y perseverancia. Son muchos los hitos reseñables que han permitido establecer este contacto y fortalecerlo en el tiempo, roca cada vez más imbatible, voluntad cada vez más rebelde, razón cada vez más inexpugnable; y más, cuanto más borrascosa devenía la fuerza de la erosión, el yugo de la impostura, el ariete del olvido.
El análisis de las relaciones entre la Diputación y el Ateneo, en estos casi veinticinco años de historia, exigiría una larga disertación que nos ocuparía mucho más tiempo del que racionalmente estamos dispuestos a tolerar, pero sería injusto no marcar algunos de los eventos que han determinado este homenaje justo y constatan con exactitud la bondad de un necesario reconocimiento, favorecido por otro de los grandes mecenas del Ateneo, Javier Campos y su familia, propietarios de Bodegas Campos, donde esta noche celebramos fraternalmente este testimonio de lealtad y entusiasmo.
Es preceptivo señalar, como dato señero, además de curioso, que, ya en los comienzos del Ateneo Casablanca y el grupo de teatro infantil La Fiambrera, la Diputación de Córdoba sufragaba parte de los gastos del Colectivo destinado a liberar de un futuro impredecible a los niños y niñas del Polígono Guadalquivir, afectado por la injusticia de las carencias. Un sueño apenas vislumbrado en los ojos de nuestro presidente Antonio Perea quien, desde el primer momento, se atrevió y supo cambiar la espada por la pluma, el improperio por la poesía, los explosivos por la música, la violencia por la solidaridad. Y en este afán fue selectivamente estimulado por gentes de muy diversas cualidades, pero todos ellos hombres y mujeres de un acentuado carácter humanista, amantes del arte, la literatura, el flamenco, de la cultura en el más amplio espectro de sus manifestaciones.
Sería innumerable el recuento de estos protagonistas, pero en todas sus actuaciones, estuvo siempre como luz, como faro, como pilar y como lanzadera, la Excma. Diputación de Córdoba, con sus denodados presidentes institucionales y sus incombustibles delegados de Cultura, firmes bastiones de una empresa épica que ya en sus comienzos convocaba a artistas de renombre, a poetas consagrados, a músicos excelentes y a personalidades relevantes del universo de Córdoba, que condecían y acordaban su experiencia con los bríos indomables de los artistas noveles, desaforados y diletantes, buscando y hallando tenazmente los caminos del conocimiento.
No sólo en los Colegios Provinciales se representaron las obras de los jóvenes actores del colectivo infantil de teatro. La Diputación apostó por este medio esencial de transmisión de la cultura favoreciendo que este esfuerzo creador se expandiera a lo largo y ancho de la geografía cordobesa, alcanzando otros muchos lugares del inexplorado -o descuidado- territorio andaluz.
El Aula Juan Bernier de Poesía se creará en 1985. Su cometido es acercar la emoción de la lírica, con todo su poder proteico y contagioso, a la gente de la calle, desde los canales de radio, el periodismo escrito o la recitación directa de sus autores,en propia voz o en la voz de otros. El caluroso homenaje que tributa la Diputación de Córdoba al poeta de Cántico brota de esta iniciativa marcada por el Ateneo de admiración al poeta y asimismo por la pasión de mantener a flote la savia cultural de Córdoba, sobre todo en aquellos ámbitos cuyo acceso era más anaccesible. Incólume permanece hoy el premio Juan Bernier de Poesía, sustentado desde su nacimiento por la Diputación de Córdoba, al que se han unido posteriormente otras convocatorias literarias.
En 1989, el Ateneo Casablanca, patrocinado por la Delegación de Cultura de la Diputación de Córdoba, organiza un ciclo de conferencias titulado con el epígrafe general «Hablemos de Andalucía», pionero de otros ciclos posteriores que todavía perduran, alentados como el ave fénix por el vigor que el fuego infunde a sus cenizas. De su interés y provecho sociocultural queda constancia en la prensa de la época. En octubre de ese mismo año, y a expensas de la Diputación Provincial, se constituye el Ateneo de Córdoba, para seguir fortaleciendo las ilusiones del Ateneo Casablanca, del que las Fiambreras de Plata siguen siendo credencial memorable.
Y quizás como imperecedero corolario, no podemos olvidar la ya numerosa y relevante nómina de publicaciones del Arca del Ateneo, cuya edición se debe a los plenos auspicios de la diputación cordobesa.
No siempre encontramos la manera más acertada de expresar sentimientos sublimes, pero no por ello hemos de rendir nuestro ánimo. Aunque no aflore la palabra exacta, el momento es propicio para proclamar que la Diputación de Córdoba ha sido muchas veces el ancla salvadora que impidió los naufragios; esa tabla de salvación que alguna vez libró al Ateneo de Córdoba de perecer ahogado entre las aguas, lo que tampoco es avatar fácil porque de ser el náufrago descrito en la Medea de nuestro Séneca aún no ha pronunciado sus últimas palabras, sobre todo teniendo embarcación tan recia donde asentar sus brazos indomables.
En este acto de homenaje, en el que recibe la Medalla de Oro del Ateneo de Córdoba, don Francisco Pulido, como actual presidente de la Diputación Provincial de Córdoba, los ateneístas queremos proclamar el acrecido agradecimiento por tantos años de comprometida colaboración y permanente patrocinio. No hallamos mejor forma de corresponder a vuestra solícita querencia, a vuestro caballeresco servicio, pero tened seguro que en esta singular medalla de oro, nuestro galardón más preciado, van inscritas con letras indelebles la sinceridad de este homenaje y nuestra inconmensurable gratitud.»